De las sillas a las joyas. El diseño se eleva de la mano de Román Proubasta. El diseñador del equipo de Pensi Design Studio comparte en esta entrevista los complementos para mujer que ha creado para la firma mexicana Tane.
“Cambiar de escala está muy bien”
“Al hacer joyería, cuando después tengo un proyecto de sillería con aluminio fundido, me vienen a la cabeza las formas de la joyería”, me dice el diseñador ya sentados en la terraza de su casa con café y croissants entre medio. “Cambiar de escala está muy bien”, continúa para explicar que trabajar en diferentes niveles y productos le permite dar oxígeno a su creatividad. Por eso, no duda en decir que sí cuando firmas internacionales como Tane le proponen realizar una colaboración fuera del hábitat natural del cual conocemos su trabajo.
“Es interesante porque en el mobiliario, la demanda del mercado lleva a muchas empresas del sector a la misma transversalidad. Hoy es muy frecuente que tengan productos indoor, outdoor, con tapizados… Esto en muchos casos, lleva a que las distintas marcas pierdan identidad y diferenciación. En cambio, en la joyería, en la relojería, las marcas tienen un nicho claro y gracias a ello puedes ayudar con un producto a sostener o a hacer visible los valores de marca con más facilidad”, compara.
¿Cómo llegan las joyas a su porfolio profesional?
“Conocí al design manager de Tane y él me invitó a colaborar para lanzar diferentes colecciones”, explica Román. Pero, lo cierto es que, el diseñador nacido en Barcelona tiene un recorrido en el que el arte, el coleccionismo, la naturaleza, el textil o los dibujos han permitido hacerse con una visión global y amplia del mundo del diseño. Una influencia que potencia su trabajo en el momento de crear, ya sea una silla como parte del equipo de Pensi o, con otros proyectos profesionales que surgen en solitario.
“Mi bisabuelo, Joaquin Renart, fue presidente del Orfeo Catalán y fundador del FAD”, comparte. Una eminencia intelectual y creativa que, entre otras actividades, tuvo un taller de decoración y restauración al mismo tiempo que se dedicaba al diseño de exlibris. “Yo tengo una de las mayores colecciones de exlibris que existen”, dice Román mientras me muestra estos sellos personales que con tanta delicadeza se realizaban por encargo para las familias más acomodadas de la época.
Román Proubasta, el diseño como catalizador del entorno
No sólo su bisabuelo fue una gran influencia en la vida profesional de Román, sino también todo el conjunto familiar. Su padre tenía una fábrica textil y en su casa, cultura, teatros y museos fueron parte de su escuela infantil. “Mi abuela nos llevaba cada miércoles al Palau de la Música”, recuerda de manera gráfica entre otras anécdotas que me cuenta.
“Tienes que buscar algo que te guste así no trabajas”, le dijo una vez su abuelo materno que era proyeccionista de cine. Y así el diseño comenzó a iluminarlo hasta que Román pasó quince días en la casa que su tía coleccionista de arte tenía en Centellas. Observar las flores del jardín, dibujarlas, esbozarlas fue parte un ejercicio de alumbramiento creativo que más tarde continuó con la decisión de estudiar la carrera de diseño de producto en Elisava y en la Escuela Llotja donde finalmente la terminó.
“A mí no me gustaba mucho estudiar, pero el dibujo me encantaba y, por ello, el diseño fue una manera de expresar y canalizar, ya desde pequeño, el entono en el que vivía”, comenta.
“Estoy enfocado en el diseño de producto y eso me gusta mucho”, explica para después hacer énfasis en que, desde su óptica, el diseño debe asentarse en “productos que duren, que estén bien hechos y que refuercen la identidad de la firma”. Ejemplo de ello ha sido la serie Cactus que diseñó para Tane y que fue la más vendida en 75 años de historia de la marca. Además de esta colección Román Proubasta proyectó la colección Volcán y Corazón de agave. Todas de elevada composición.
