Marcela Grassi es la fotógrafa de arquitectura con más trascendencia en la actualidad, un sector en el que usualmente conocemos nombres de fotógrafos pero muy pocos de mujeres. Su trabajo ha sido reconocido por la revista Metalocus como una de las «11 fotógrafas de arquitectura española que te gustará conocer».

Marcela Grassi, las influencias tempranas
Nos citamos en una cafetería de Poble Nou (Barcelona) y pedimos dos tés y algo dulce para acompañar. Comenzamos a hablar y Marcela Grassi me cuenta cómo comenzó con la fotografía. Arquitecta de formación, me explica que cuando era pequeña, su abuelo –un personaje entrañable y con una gran historia detrás– reparaba cámaras de fotos y una de ellas llegó a manos de Marcela cuando tenía diez años. «Tomaba fotos del jardín, de las flores…», dice recordando su vida en Argentina, donde nació. Años más tarde, y ya viviendo en Italia, encontró en las iglesias góticas que fotografiaba Carlos Vallejos, nuevas influencias que siguieron sembrando su camino.

La arquitectura vista con otros ojos
Pero no fue hasta mucho después, incluso pasado tiempo tras haber estudiado arquitectura, cuando realmente su vocación comenzó a tomar curso. «Cuando veía arquitectura en vez de dibujarla, quería fotografiarla», dice. Y continúa: «En 1998 fui a hacer un viaje por Portugal para ver la obra de Álvaro Siza, probablemente esas fueron mis primeras fotos de arquitectura, aunque esta seguía siendo sólo una pasión».
Marcela Grassi trabajó como arquitecta en Barcelona con Carlos Ferrater, Jordi Badía, Enric Massip gracias a quien conoció a Jordi Bernadó –otra de sus influencias junto a Gabriele Basilico– y en el estudio Onl. Pero después de varios años en el sector, decidió despedirse de la arquitectura y emprendió un viaje por Argentina y Brasil. «Me llevé la cámara analógica y fotografíe la obra de Oscar Niemeyer… estas rojas que tanto se ven y las que, probablemente, fueron mis primeras fotos conscientes», explica. Al volver a Barcelona, todo se desarrolló con naturalidad, se pasó a la cámara digital (ahora lleva una Full Frame) y comenzó a trabajar en el sector.

«Si voy a fotografiar un cielo, me gusta que se vea bien azul»
«En mis fotografías me gusta enseñar el alzado, una escala, qué hace la gente…. Me gusta ser una especie de médium a través del cual pasa la voluntad del proyecto. Yo no tengo un ego, un estilo. Soy un medio, hablo un lenguaje que la gente sabe que soy yo. Sobre todo me gusta el contraste, jugar con la sombra, construir una distancia… desde el material de una fachada hasta una foto de contexto. Estos son elementos de mi lenguaje expresivo visual. Si voy a fotografiar un cielo, me gusta que se vea bien azul. Tengo en mi esencia los colores más saturados de Latinoamérica, los azules, los jacarandás, los letreros encendidos de Argentina».

La evolución de la fotografía de arquitectura
Le pregunto a Marcela sobre la incorporación de la figura humana en las fotografías y me dice que su incorporación puede deberse a una tendencia. Pero, sobre todo para ella la explicación posiblemente radica en la influencia del arte. «La fotografía como arte pone el ser humano en el centro, la presencia humana es muy evidente e importante», declara.
Además de estos nuevos aspectos que asume hoy la fotografía de arquitectura, el sector ha experimentado otros. La fotografía de grandes obras arquitectónicas ha dado paso también a residencias y viviendas. La rehabilitación de los edificios y espacios, otros de los nuevos objetos a fotografiar. En este sentido Marcela Grassi explica que desde hace unos años comenzó a hacer fotografía de interior porque había poca de arquitectura. «Los arquitectos están abocados cada vez más a las reformas», explica.

La fotografía de interior
Seguimos con nuestra charla y Marcela Grassi me cuenta varias anécdotas muy divertidas de sus sesiones de fotos. Se ha subido a árboles y ha hecho muchas cosas para poder fotografiar esa toma «perfecta». Me dice que puede llegar a sacar 300 fotos por sesión, todo dependiendo del encargo y la situación. Me explica que, con la fotografía de interiores, es diferente ya que debe tener en cuenta otros aspectos. «En arquitectura el punto de vista es a escala humana, mientras que en interiores es el mueble», comparte.

Arquitectura, arte, vóley y rock & roll
Sobre otras facetas de su vida, dice que le encanta el jazz pero que, si no hubiera sido fotógrafa o arquitecta sería cantante de rock. «Mi generación es una generación que ha escuchado mucha música y esta siempre ha estado presente en mi vida». Además confiesa que juega al vóley desde los 10 años, un deporte que ama y por el cual ha conocido a grandes personas y ha podido hacer buenos amigos. «La arquitectura, el arte, el vóley y el rock… podría decir que todo forma parte de un combo en mi vida».
Sobre lo que viene: más proyectos fotográficos de interiores, una colaboración con Nordicthink y alguna idea que quisiera desarrollar de manera personal. Así mismo, declara que le gustaría fotografiar otras grandes obras de arquitectura como las de Rem Koolhaas. Marcela Grassi tiene una sonrisa generosa que se le ilumina cada vez que habla y es una profesional con gran pasión por su trabajo y una tremenda generosidad.
Puedes visitar su web y conocer sus obras fotográficas. También, apuntarte a su Newletter, una delicia que, esta edición, viene con una sorpresa especial: una Play List de la que no podrás resistirte tanto como a la sensibilidad que despiertan sus fotografías.

