El director de la emblemática tienda Cubiñá en Barcelona habla sobre el buen momento que está pasando la empresa. Ubicada en la impresionante Casa Thomas, allí podemos encontrar las mejores firmas de mobiliario de diseño tanto para clientes particulares como para profesionales. Su historia es fascinante y su futuro, prometedor.

“Soy la cuarta generación” me dice Edgar Cubiñá ni bien nos sentamos en su despacho, enciendo mi grabadora y le pregunto por la trayectoria de la empresa familiar nacida a finales del mil ochocientos. “Esto comenzó con el abuelo de mi padre, venía del mundo de la ebanistería. Mi bisabuelo fundó la tienda ‘Muebles La Favorita’, ubicada en un local en calle Urgell con Sepúlveda que, con los años, se convirtió en un edificio de diez plantas donde lo tocábamos todo: juvenil, alfombras, clásico, moderno, contemporáneo… La generación de nuestros padres, todo el mundo pasó por La Favorita”, detalla rememorando los inicios en los que no faltan anécdotas de su infancia y sus primeros vínculos con la compañía.
La familia Cubiñá siempre se caracterizó por su espíritu emprendedor el cual le llevó a formar parte de otros negocios como Domus, CasaDesús (antes CYCSA), la importadora de sillerías ‘Comercial Cubiñá’… “Hasta que, en 2006, abrimos el showroom donde estamos ahora. Después mis tíos se jubilaron y mi padre y yo asumimos la continuidad de la empresa. Y, en 2016, pasé a responsabilizarme del cien por ciento de la sociedad hasta hoy”, explica para introducirme en su gestión y en lo que vendrá.

Asumir que eres parte de un ecosistema
Antes de comprometerse con la empresa familiar, Edgar Cubiñá trabajó durante años en el mundo de marketing y la comunicación, para una operadora hotelera, fue director de Servifira en Fira Barcelona… “Siempre digo que lo mío fue una asunción, no una decisión. Dejar una cosa para asumir que eres parte de una familia, de un ecosistema”, dice. Un reto que ha sabido llevar adelante de manera sumamente positiva, gracias, —declara también— “a todo el equipo que conforma Cubiñá, llegando a contar con personas que han trabajado durante veinte o cuarenta años en la compañía”.
Desde el punto de vista estratégico, Edgar Cubiñá se propuso dos metas claras al volcarse en la dirección de la tienda Cubiñá. Por un lado, el crecimiento de la empresa y la autonomía de las personas, “un objetivo que hemos conseguido”, afirma. Y, por el otro, “que el hogar tenga más peso sobre el contract”, un propósito que, a tenor de las cifras previstas este año, están alcanzando holgadamente.

Más que mobiliario de diseño
En este tiempo, “Cubiñá se ha reforzado en la parte técnica y eso es algo que me gustaría resaltar y que nos diferencia de la competencia”, expresa para puntualizar que no sólo ofrecen mobiliario de vanguardia, sino también son fabricantes de piezas personalizadas y a medida capaces de adaptarse a los diferentes proyectos contract que llegan del territorio nacional e internacional. “En estos años, nos hemos acercado al prescriptor y hemos aumentado la venta prescrita”, comenta y enfatiza que el sesenta y cinco por ciento de la facturación anual corresponde al departamento contract y un treinta y cinco por ciento al sector hogar.
En nuestra conversación surgen otros aspectos de importancia que refuerzan y completan la trascendencia de la tienda y la destacada gestión de su mánager al frente de la compañía. La Casa Thomas ha consolidado el lugar que se merece en la ciudad. Este mágico edificio modernista, proyectado por Lluís Domènech i Montaner en el año 1895 y elegido como una de las obras referentes de la arquitectura Modernista, es un punto de encuentro con el diseño en Barcelona; se respira y se vive calidad, se realizan eventos y presentaciones; cada rincón que compone sus 1.500 metros cuadrados ha sido pensado con cariño por un interiorista y, por supuesto, la atención es magnífica.
“Ha ido muy bien, hay una evolución positiva desde que yo entré hasta ahora. Y éste ha sido un año histórico y, el pasado octubre, un mes histórico en facturación. Estamos en un muy buen momento”, comparte como resultado de un trabajo logrado de manera orgánica, gradual, sin estridencias. “No hay grandes movimientos o estrategias. Todo es muy sutil, muy pausado. Yo soy muy racional y muy planificador pero una de las cosas que he aprendido de tanto trabajar con mi padre ha sido dejarme llevar un poco más por el día a día. No soy amante de grandes revoluciones”, enfatiza.

El sector contract, todo un reto
Sobre el futuro general del ámbito contract, Edgar Cubiñá se muestra preocupado. Su extensa trayectoria como proveedor de sillas de diseño le permiten analizar que, en el panorama actual, el foco está en las copias y en los márgenes ajustados que demanda el sector. “Tenemos un problema, un reto”, puntualiza. No obstante, se mantiene firme y animado cuando dice que hay que seguir trabajando con el mismo ahínco con el que lo ha hecho hasta ahora y con el que Cubiñá ha logrado ser valorada una empresa centenaria reconocida por su vocación inalterable por el diseño.
Y, en este sentido, lo deja claro: “En estos años, prácticamente hemos trabajado con todas las cadenas hoteleras y de restauración. Cubiñá es una empresa que ofrece know-how gracias a una tradición, que da seguridad y es estable”. Aspectos que hoy en día se valoran más que nuca ante un mundo tan convulso e inestable. Cercanos a las personas y al profesional, el showroom de Cubiñá es un lugar donde se habla y respira diseño y calidad, un sitio para inspirarse como lo hice yo al entrar, tantas veces, en este magnífico espacio.

