Con el Salone del Mobile como telón y esa capacidad inigualable que tiene de reconectar al mundo, la firma italiana Fratelli Boffi me comunicó que estaría en Milán junto a sus diseñadores estrellas, entre ellos Cristian Mohaded. Así que no dudé en concertar una entrevista para conocer personalmente al diseñador argentino que se ha convertido en uno de los favoritos de las firmas debido a su honesta e impecable manera de honrar la artesanía. Desde Argentina, Cristian Mohaded cosecha un discurso claro y preciso acerca de la relación entre artesanía e industria y ha sabido poner en valor en un país y fuera de él, una mirada que hoy es latido del mundo.
Llego al stand de Fratelli Boffi y me recibe Claudia Bianchi, de la agencia de comunicación R+W. Le pregunto por la nueva colaboración del diseñador con la firma, la mesa de centro Archway, motivo por el que realizaremos la entrevista. Enseguida me dice: “La mesa de comedor que diseñó el año pasado tuvo tanto éxito, fue un éxito, que fue natural renovar esta colaboración”, me comenta emocionada.
Al instante se acerca Cristian Mohaded junto a Marcela Fabiani, reconocida periodista argentina. Reímos, un poco de bromas, fotos y enciendo mi grabadora que apoyo en la nueva mesita Archway. Un impresionante y bello diseño en marquetería que actúa como contención y soporte para nuestra conversación.
Cristian Mohaded es de la provincia de Catamarca y estudió en Córdoba (Argentina) en la universidad nacional. Vivió en Milán cuatro años donde compartió estudio con el diseñador Ferrucho Laviani quien le presentó a la firma Fratelli Boffi. Volvió a Argentina a finales de 2020 y desde allí reivindica la artesanía, lo artesanal, lo nacional. Su discurso no es una moda, es un hecho, una declaración y una realidad materializada en Italia con la colaboración del ingenio y el saber hacer de Fratelli Boffi y su tradición y casi cien años de historia en el trabajo de la madera. Además, Cristian Mohaded ha colaborado para firmas como CC-Tapis, Roche Bobois o Wiener GTV entre muchas otras…
¿Por qué estudiaste diseño industrial?
El diseño me llegó casi de casualidad, desde chico me gustaba el arte, sobre todo la parte de materiales, el cómo se hacen las cosas. En cierto modo me venía abrazando. No conocía la carrera de diseño como profesión, me gustaba mucho la arquitectura… Siempre fui muy observador de los edificios, las fachadas, las ventanas…Y un amigo me comentó sobre la carrera y entré en diseño, de curioso más que nada, un poco perdido también de cómo iba a ser la salida, pero más curioso por el arte. Y poco a poco, sin saber mucho sobre qué era el diseño, fui encontrando mi propio camino, mi propia experiencia, tu lenguaje, tu forma de ver las cosas. Y, a medida que vas estudiando, vas teniendo más herramientas que te permiten explorar el diseño desde diferentes lugares y fue eso, de a poco…
Siempre digo que soy muy agradecido en haber podido descubrir el diseño y que el diseño me encontrara. Creo que tenés que tener mucha pasión para poder llevarla adelante porque es una carrera muy exigente en todo sentido. Estoy feliz de haber encontrado el diseño.
Decís que sos un conector… ¿Cómo definís tu trabajo? ¿Dónde sentís que está tu rol?
Yo no siento que sea alguien que va a cambiar el mundo, que viene con nuevas ideas. Pero sí creo que, en cierto modo, hay algo en la manera en la que uno observa y piensa… La carrera de diseño es acerca de creatividad, inteligencia, observación, pero esa inteligencia y observación tiene una cierta responsabilidad acerca de cómo vas a construir tus proyectos de diseño y de cómo todo lo que hacés, en cierto modo, repercute en el mundo. Los materiales que vas a usar, de qué manera, las técnicas, la industria… Y creo que es eso… Soy el filtro entre lo que puede pasar, entre la industria y el consumidor y me gusta que la persona que lo va a comprar sienta que es algo cercano, que tiene cierta humanidad.
Me gusta trabajar mucho con la artesanía, que se vean los rasgos del hacer, de los materiales, desde dónde viene, cómo se generan las cosas. El diseño tiene que tener sentido en todo lo que abarca la palabra; sentir y sentido en lo conceptual. Hacer las cosas por hacerlo no es sólo una cuestión de forma… No podemos pensar en hacer una silla más bonita porque hay miles y miles. Creo que tenemos que ser más cuidadosos en el momento de pensar el diseño y cómo lo hacemos y para qué.
¿Cuál considerás que es tu aporte con la artesanía y con el hecho de trabajar con la industria?
Me gusta esa parte, la industria es la que le da formato a todo esto, es la que permite llegar a otros lugares. Y la artesanía es, también, el comienzo de la industria. No nos tenemos que olvidar de esa parte. Es algo que, sobre todo, en Argentina lo trabajo mucho.
La artesanía y la industria son mundos muy diferentes, pero a la vez muy cercanos. Yo, por ejemplo, cada vez que comienzo un proyecto industrial quiero conectar con la parte humana de esa empresa. No empiezo un proyecto de diseño sin saber dónde se hace, cómo se hace, quién lo va a operar, cómo lo van a hacer. Me gusta recorrerla y estar en contacto con lo que pasa. Porque, en definitiva, un proyecto de diseño siempre lleva mucho tiempo y ese contacto a lo largo del tiempo hace que sea prácticamente familia. Y con la artesanía me pasa lo mismo, es mucho más próxima porque implica el contacto uno a uno. Para mí es lo mismo, pero me gusta la idea de poder conectar las dos, que no sean dos mundos que van por diferentes caminos.
Hay un resurgir de la artesanía, de la palabra artesanía, del discurso que ella conlleva… Recuerdo que Patricia Urquiola decía: “las compañías tienen que ser globales pero locales…”
Totalmente de acuerdo, cuando hablo con estudiantes de diseño les digo, no miren tanto lo que hacen afuera sino empiecen a mirar adentro, a reconocerse primero como diseñadores, en los lugares desde donde pueden trabajar, lo que es cercano, es proprio, nuestro. Pasó también con la industria italiana, la francesa, que tienen ese ADN que es diseño italiano, diseño escandinavo, diseño francés… Y creo que tiene que ver justamente con eso, con tu conexión con la realidad. Tu realidad no es ni mayor ni mejor, ni peor, son realidades.
Yo, cuando desarrollo proyectos que tienen que ver con mi territorio, con mi país, mi cultura, son los proyectos que más resaltan porque es donde uno más se siente cómodo. Es resaltar las cosas más importantes de una cultura. Creo que el diseño siempre tiene que estar pensando en el contexto en donde uno es y las relaciones humanas, me parece que es importantísimo.
Trabajo mucho con las relaciones humanas, hace poco presenté Territorio Híbrido en Buenos Aires, he trabajado con más de treinta artesanos en todo el país, recorriendo provincias y a mí me gusta eso. La conexión, el poder dialogar, qué puedo aportar, en qué puedo apoyar… Esa artesanía que, por ahí está mal valorada, quizás por la ignorancia de no saber el verdadero poder de esa artesanía y ese material… Hay un proyecto que yo hice con simbol que es un material, una fibra vegetal, un yuyo que crece como de un metro ochenta, sumamente frágil, que nadie lo ve, sin desmerecer, pero siendo algo que nadie veía… Y ahí es donde digo, de nuevo, que soy el intermediario entre eso… Porque ya estaba, solamente tenés nuevas miradas, respetando todo lo que se hace. No pretendés ser el salvador de algo, sino aportar tu granito de arena e intentar construir una identidad de diseño argentino, en este caso, como se hizo acá en Italia.
¿Sentís cierta responsabilidad al diseñar y que esa manera de ver y proyectar salga de las fronteras?
Soy un apasionado de lo que hago, siempre estoy intentando dar lo mejor de mí. Estudié en una universidad nacional, donde se me dio la oportunidad de hacerlo y respeto eso. Y trato de hacer lo que me gusta. Y yo, solamente lo que puedo hacer –se me pone la piel de gallina– es decir: ojo tenemos todo esto. Después cada uno busca su camino, su forma de hacer, su expresión. Yo doy muchas charlas en la universidad y le digo a los chicos: primero tenés que encontrarte vos y ahí es donde está la clave, identificarse como persona y ver qué podés hacer con todo eso. Y no perder los objetivos… El diseño es creatividad, pero una creatividad que carga con muchísima responsabilidad. Una creatividad que tiene que ser bien trabajada, tiene que ser responsable.
¿Qué descubriste o qué te sorprendió del recorrido que hiciste por Argentina trabajando con artesanos locales?
Que tenemos tanto, tanto para hacer… Que tenemos tanto por descubrir. Descubrí que podemos encontrar y escribir una nueva historia del diseño argentino. En 2016 empecé con el proyecto Entrevero recorriendo el país de norte al sur, de este al oeste y eso fue interesantísimo…
Una de las cosas que siempre marco es que son lecturas, cada uno tienen diferentes maneras de percibir y cómo eso te entra en el cuerpo y cómo sale. Ese filtro entre lo que observás, pasa por uno y sale, tiene que salir de una manera inteligente, justa, de una manera más pensada… Por eso me gusta mucho las relaciones con los artesanos porque yo aprendo muchísimo.
El diseño italiano lo logró porque sigue manteniendo esto. Las compañías son familiares, generan su propio mundo en relación al saber hacer, a lo artesanal, a los materiales, a mantener ciertos criterios que tienen que ver con la técnica. Es la construcción de todo eso que se pensó hace muchos años y que siguen manteniéndolo. Es tu ADN.
¿Cómo surgió la colaboración con Fratelli Boffi?
Es una marca que tiene justamente todo lo que digo: mucho conocimiento técnico, el manejo del material y una manera de trabajarlo que es un mix entre lo industrial y lo artesanal. Y esas son las cosas que me gustan cuando comenzamos a trabajar en la idea de la marquetería… Me gustó la idea de poder generar esto desde este lugar, generar algo mucho más orgánico, fluido, relacionado a la naturaleza, Archway es como una especie de flor que se va abriendo. Nace el año pasado con una mesa de comedor con un centro que se expandía y también con los pies que eran curvados, la cosa va por ahí…
¿Qué te gustaría diseñar a partir de aquí?
Estoy trabajando con marcas italianas, francesas y desarrollando proyectos personales en Argentina. La idea es siempre poder aportar desde tu conocimiento o tu forma de pensar hacia la industria. Una manera de observar el diseño, de crear con diseño, de transformar con diseño; eso es lo que pretendo. Tengo siempre la idea que soy muy agradecido por lo que me tocó. Soy súper agradecido con eso y por eso me esfuerzo en lo que hago y trato de hacerlo desde el lugar que me toca. También hacer el diseño argentino más fuerte, que se conozca no sólo por sus materiales, por su cultura, sino también por la manera en la que se piensa el diseño en Argentina…
¿Y, cómo se piensa el diseño argentino?
No es como el diseño italiano que piensa en el producto desde un lugar mucho más técnico, mezclado con la parte artesanal. Un diseñador argentino tiene un doble pensamiento, una dualidad… Siempre estamos tratando de ver la manera de generar aquello que se nos ocurre, pero los recursos económicos o los que sean no lo permiten. Pero, para mí, es justamente lo que más potencia le da porque tenés que pensar el proyecto en 360 grados: desde el concepto, la materialización, la idea, los materiales… Quizás es más pesado, lleva otro tiempo, lleva a otra forma de enfrentarlo, pero lo hace interesante… Tenemos mucho potencial en Argentina para dar y hay que darle lugar; y ese es mi propósito, empezar a ocupar ese lugar que realmente represente lo que vos decías hace rato, el pensamiento de un diseñador argentino. Estoy convencido de lo que estoy haciendo y de seguir construyendo lo que quiero.