El interiorista y autor del exitoso blog Mil Ideas de Decoración, explica todo lo que le motiva de esta profesión.

Abel Melero nació en Cataluña, se crió en Madrid y ahora «está madurando en Alicante», confiesa. «Soy una persona que no se deja llevar por las masas y el pensamiento único, o al menos lo intento», dice como primera respuesta a esta entrevista. Y, aunque explica que se considera bastante introvertido, confiesa que las redes sociales le han permitido socializar más. En su Instagram habla con naturalidad, –así como lo hace en toda la entrevista–. De manera genuina, explica su día a día como interiorista y decorador, relata situaciones cotidianas con las que se encuentra, es directo y sencillo.

«Me gusta la tranquilidad en exceso y las cosas sencillas. Las extravagancias y las modernidades se las dejo a los demás», declara. Una vida que comparte junto a su pareja Inma y su gata. «De hecho, los momentos más felices son cuando estamos los tres tumbados en el sofá», comenta entre risas. Compagina su vida personal con la profesional, como fundador de uno de los blogs líderes del sector así como con los proyectos de decoración que le encargan de manera particular.

«Con Mil Ideas de Decoración, llevo trabajando desde que lo fundé, hace 9 años, y le dedico la misma importancia que a la faceta de interiorista», explica. La plataforma cuenta con más de 600.000 lectores únicos y más de 1.500.000 páginas vistas cada mes. Y es un sitio perfecto para encontrar tips de decoración, aplicarlos de manera fácil y nutrirse de todo este entorno creativo.

 

Proyectos de interiorismo con pie en la realidad

En cuanto a los proyectos de interiorismo y decoración que lleva a cabo, explica que actualmente trabaja con espacios residenciales. Compara esta etapa en solitario con la anterior en la que contaba con un equipo. «Antes, desarrollaba trabajos de retail, hostelería, y proyectos gubernamentales, pero ahora estoy en solitario por elección propia. En este momento prefiero la tranquilidad de diseñar viviendas unifamiliares, todo es más tranquilo y placentero. Menos burocracia, menos tecnicismos y menos personas involucradas, y hago lo que realmente me apetece», dice.

«Mi target de clientes son mujeres ‘modernas’ que están muy al día de las redes sociales y de las tendencias. Que buscan un espacio contemporáneo y bonito, pero por encima de todo, cómodo, práctico y funcional. Mujeres que trabajan y tienen familia y se ocupan de las responsabilidades de cada día, pocas excentricidades y mucha realidad», detalla.

«La mayoría sabe exactamente lo que quiere, aunque no muy bien por dónde empezar o cómo comunicarlo», explica. Y asiente que esta es una fase muy interesante debido a la posibilidad de empezar juntos un recorrido que les lleva al aprendizaje mutuo. Y es, además, una etapa trascendental ya que pone a prueba el mayor reto: conectar con el cliente. «Hasta que no conectas con él, el proyecto está como sin atar. En el momento que conectas, todo fluye y se define», explica.

 

La versatilidad, de las cosas más interesantes de su profesión

Sobre lo que más le gusta de esta profesión dice que la versatilidad. «Es una profesión sumamente versátil porque tocas muchas otras profesiones. Pintura, albañilería, carpintería, soldadura, electricidad, arte, diseño, fotografía, estilismo, etc. Te abre mil puertas. Puedes empezar de interiorista, especializarte y terminar en otra área. De hecho, muchos de los decoradores ‘top‘ se especializan más en una rama que en otra, además del interiorismo. Por ejemplo, Lázaro Rosa-Violán tiene una gran conexión con la pintura de cuadros, Guille García-Hoz con la cerámica o Ana Milena de Masquespacio, con el diseño de muebles y objetos decorativos. «Siempre hay algo nuevo que aprender. No es sota, caballo y rey», explica mediante una metáfora.

Clientes que se convierten en amigos

En cuanto a su sello de identidad, Abel Melero expresa: «Nunca abandono al cliente«. Y argumenta que, aún después de que un proyecto haya finalizado, él los insta a que le hagan preguntas o lo llamen por cualquier duda. «Ya sea para cambiar una lámpara o lo que sea», dice. Y comenta que lo hacen pero ya como amigos. «Nunca les suelto la mano, por decirlo de alguna manera sencilla. Si me contratas, no te dejo«, afirma.